21 octubre 2005

19 octubre 2005

8 y medio

Algo inusual de este espacio es la publicacion de obras de artistas consagrados, pero no es la primera y como el Sr. Nacho Vegas no es muy conocido por estos lados, me parece que es una buena idea compartir el texto de una cancion muy bonita.

8 y medio
de Nacho Vegas
Cancion incluida en el cd Desparezca aqui (2005)

Miro al techo que hoy ha vuelto a gotear,hacía tiempo que no llovía así. Y cada gota golpeando contra los cacharros de metalme hace pensar unas veces en sangre y otras veces en ti. Lo que en realidad viene a ser lo mismo. Lo que, por crueldad, ahora viene a dar igual. O puede ser un ángel que una vez perdió la fe y fue expulsado,y que ha venido a agonizar justo encima de mi hogar y estas gotas sean sus lágrimas. O puede que sea hora de entrar ya en razóny llegar a comprender que dentro de este horror no hay literatura, no, y eso tú lo sabes bien a fuerza de caer una y otra vez en una trampa mortal que en el tiempo dura ya ocho años y medio. Seré muy breve: te quiero, y esto duele.

Y vino un pájaro a posarse en mi ventana. Tenía una ala rota y su plumaje era gris y azul. Y al acercar mi mano y comprobar que no, no echaba a volar supe de inmediato que lo enviabas tú. Lo tomé entre mis garras y lo dejé morir, y cuando lo hizo aún llovía aquí. Y la sangre al gotear entre zarpas de animal presagió mi suerte, como una ave que voló de Madrid hacia Gijón aun herida de muerte, reescribiendo la espiral de prometer hacerlo bien, de cometer un nuevo error, de no saber pedir perdón o pedirlo demasiadas veces. Y aunque ahora escupo una oración helado de terror ningún dios responde aún. ¿Soy yo el que no ve o es que todavía no se hizo la luz? Seré muy breve: te extraño, y esto duele.

Trato de encontrar una salida pero no recuerdo ni por dónde hemos entrado aquí. Y contemplo junto a mí el cadáver del que fui, según tú, en una ocasión, y es la mancha de humedad la de la herida mortal impregnada en el colchón, y ahora que te oigo llorar en lugar de ir hacia ti me vuelvo a anastesiar y me limito a subir el volumen del televisor,o me concentro en recordar, para no pensar en ti, que tendría que llamar y que alguien venga a reparar la gotera de una puta vez, que ya cansé de recoger litros de agua gris, gris como un metal que un día relució y que ahora es suciedad. ¿Qué se hace para amar lo que quise despreciar ya una y mil veces? Seré muy breve: te he perdido, y esto duele.

03 octubre 2005

Evocaciones del Condenado

Evocaciones del Condenado
de Sebastian Toricisi

Fue aquella noche la culpable de mi actual estado. Aquella noche que aún hoy evoco casi como una fantasía onírica o una ilusión de pesadilla. Pero las marcas en mi cuerpo dan testimonio de que los hechos tuvieron lugar en este mundo. Recuerdo como el cielo me imbuía a actuar, a buscar nuevos modos de goce, alejados del vil poder sensorio de los mortales; más cercano quizá a un estado numénico de sublimidad. En sus mandatos se entremezclaban diversos símbolos que mi raciocinio lógico intentaba decodificar. Hoy solo los recuerdo como tonalidades y entes amorfos; pero esa noche las imágenes inescrutables penetraron mi corteza cerebral y fueron a sondear los terrenos laberínticos y pantanosos de mi inconciencia; permeando la línea que divide al hombre del animal. Fui víctima de terribles y violentos espasmos; lancé una última blasfemia nocturna, casi preparando mi cuerpo para descender a las mansiones eternas de Hades. Lancé una última mirada sobre el mundo, cargada de arrogancia y altivez, ya que de algún modo la irrealidad de la situación habíame persuadido de su intención benéfica, y fue en aquel momento en que comprendí que ya no formaba parte de la humanidad. Los días pasados habían perecido. Sentí unas manos que intentaban, con actitud solícita (o quizá egoísta), tomar las mías que ya se disponían a abandonar el mundo de los hombres. Miles, millones de otras manos rencorosas rasgaban con ungular vehemencia mi piel que poco a poco se alejaba, hacia un estado inaprehensible, inconcebible, incomparable, inexplicable, invulnerable e inaccesible para ellas. Allí estaba yo, como déspota del universo; decretando un nuevo orden, regido por la voluntad de la noche infinita...Una visión beatífica tal vez. Un páthos místico quizá. Un arrebato de orgullo o una voluntad de alejamiento... Hoy mi cuerpo esta sangrando. Las cadenas aprisionan mis miembros y cuatro muros empedrados acogen mi visión aguileña.